viernes, 14 de mayo de 2010

Capitulo 3 -La Llegada-

Capitulo 3


~La Llegada~


Me levante para ir al colegio como era de costumbre. Me bañe y fui a lavarme los dientes me puse unos jeans y una blusa de algodón color azul celeste, baje las escaleras y tome mi abrigo color café.
Conduje hasta el colegio, estaba lloviendo como de costumbre. Llegue y estacione mi auto, me esperaba Derek, no podía creer que él fuera real. Todo podría decirse que era perfecto, al parecer el destino al fin se ponía a mi favor, todo el sufrimiento había valido la pena.

El me abrazo cuando baje del auto.
-Te extrañe, pequeña.
-No soy pequeña, solo soy bajita.
Me beso la frente y lo abrase. Desde la vista de cualquiera parecíamos novios, el nunca perdió la esperanza de que pudiéramos ser algo mas y yo no quería que la perdiera.
Ese mismo día le diría que, lo quería demasiado y al fin aceptaría su propuesta.
-Vamos a clases – dijo, alegremente, el era feliz al igual que yo.

La primera clase, que nos tocaba era historia con el maestro Larry
, veíamos el tema de la segunda guerra mundial. Derek me veía muy coquetamente, con aquella sonrisa tan hermosa suya.
En el almuerzo, al fin le pediría que fuera mí… novio ni yo podía creerlo, llego el almuerzo.
Derek y yo fuimos a comprar nuestro almuerzo y a sentarnos en la misma mesa vacía, lo primero que haría sería decirle todo cuando no tomara un bocado porque estoy cien por ciento segura de que lo escupiría.
-Derek –dije cautelosamente.
-¿sí?
-Te quiero decir algo – mi corazón empezó a latir muy rápido, parecía que iba a estallar por dentro.
-¿Qué quieres decirme? – sus orbes azules brillaban con intensidad.
-Recuerdas, cuando me dijiste en el estacionamiento que yo te gustaba.
-Por supuesto, no creo poder olvidar ese día.

Me limite a decir – si quiero.

De sus ojos salieron dos lagrimas, pero de felicidad y se abalanzo sobre mí, abrazándome.

Y me miro a los ojos con tal ternura, que no dude y lo bese dulcemente.

Me valía un carajo, si todos nos miraban, e incluso si mi hermana se lo dijera a mi madre
No me importaba, nada en ese instante tan especial era único y quería que no terminara.

Me despegue suavemente de los labios de Derek, se me había agotado el aire. Mis mejillas habían obtenido un color rosa y se me había quedado el sabor a miel de los labios de Derek.

-Te quiero – dijo en un susurro en mi oído.
-Yo también te quiero.
-Creo que todos nos miran, pero no importan ellos, solo tú y yo.
-Me parece bien. No puedo estar más feliz, que ahora – mi voz desbordaba felicidad pura.

No, podía creer que al fin mi corazón recibiera ese amor, de tal manera que, me parecía increíble, mis latidos sonaban demasiado fuerte, quería taparme los oídos.
Derek, me acurruco en su pecho y acariciaba mi cabello rubio. Había esperado tres semanas para al fin decirle lo que sentía.

-Jamás había sentido esto con nadie – me susurro.
-valió la pena esperar, tanto tiempo.
-la vida es buena.

Solo sonreía no sabía qué hacer, lo quería tanto, pero como demostrarlo. Nunca me había enamorado así de nadie.
Pero el profesor, Jonathan entro y nos vio como él decía “en una situación de demasiado afecto”, ya había castigado a mi hermana por besarse con Erick el jugador número uno del equipo de football americano.

-Alicia Campbell – grito.
-Derek jones –volvió a gritar.
-Me podrían acompañar, a la subdirección.

Nos pusimos de pie, yo sabía que iba a decir el profesor, lo veía a leguas, “en esta institución no se permite, ningún tipo de demostración de afecto” con su horrorosa voz de caricatura. Pero el no entendería, lo que sentía en ese momento, Derek jones se había vuelto la luz que iluminaba ese túnel oscuro, mi esperanza había renacido desde que mi padre había muerto.

Entramos, a la subdirección y empezó su discurso estaba a punto de dormirme, cuando dijo:

-se irán a detención, después de clases – su chirriante voz ya me había hartado, solo quería salir de ahí con Derek.
-Está bien – respondimos ambos.

Quería gritar -¡aleluya!-. Pero, el maestro me hubiese escuchado. Esta era la primera vez que iba a detención, estaba bien para mí. Pensaba en muchas cosas, cuando Derek me saco de mis pensamientos.

-Alice –dijo. –necesito ir por unos libros a mi casillero, no te importa que te alcance a algebra?
-no, ve yo iré al baño.
El se despidió con la mano, de todos modos nos volveríamos a ver en el salón.
Seguí caminando, miraba el piso cuando choque con algo o con alguien.

-ahg! – emití un quejido. Y caí en el frio piso.
-!oh ¡- perdona, dijo aquella voz, pero sonaba tan hermosa
De pronto mire a esa persona con la que había tropezado, -¡dios mío!-pensé. Era sumamente hermoso, un ángel caído del cielo, un dios rechazado del Olimpo, podría ser todo era extraordinariamente bello.

-Hola – dijo preguntando.
-ah… - aun esta aturdida por el golpe, había pensado que era la pared con quien había chocado.
-Te puedo ayudar - ¿Por qué jamás lo había visto en la escuela?, me preguntaba, mientras el parecía seguir, preocupado por mi. Volvi a la realidad y al fin conteste sus preguntas.

-Ah… perdona. – y me levante del frio piso.
-Perdona, no te vi – dije toda apenada y sonrojada.
Note que tenía una pequeña cortada en mi mano y salieron unas gotas de sangre, al parecer me había cortado con un pequeño vidrio que había en el piso.
Voltee a ver el rostro de aquel muchacho con cara de ángel, y sus facciones se habían puesto rígidas su cara estaba tensa y parecía algo asqueado.

Examine la cortada en realidad solo era la parte inferior de mi meñique. Por instinto succione las gotas que salían antes de desmayarme con el embriagante olor de mi propia sangre.
Había olvidado por completo que aquel chico seguía ahí, entonces decidí preguntarle su nombre.

-Perdona… ¿cuál es tu nombre?
-oh! Perdona, me llamo Gabriel.
-Mucho gusto –conteste gentilmente. –Gracias por ayudarme.
-Igualmente – su voz sonaba áspera y forzada como, si no respirara.
-Y tú ¿Cómo te llamas?
-Alicia Campbell.
-mucho gusto Alicia, perdona por haberte tirado, iba muy distraído.
-No importa, esto es típico en mí – solté una risita.
-pero…ay algo que no comprendo. ¿Por qué jamás te había visto en el colegio? – en si jamás lo había visto, mi voz sonó demasiado curiosa.
-Es porque soy nuevo vengo de los Ángeles, california.

Al parecer el pequeño condado de Hudson, new jersey, estaba atrayendo a nuevos estudiantes que venían de las megalópolis de Norteamérica.

Y entonces apareció de nuevo el profesor Jonathan, acaso el no podía ser más inoportuno. Al observarme, el profesor me fulmino con la mirada e hizo una mueca al ver a mi nuevo compañero y entonces abrió su boca, como de costumbre para regañarme.

-Señorita Campbell, sé ve que usted quiere otra hora en detención verdad? – no sé si era cosa mía, pero ese maestro siempre me odio. Por alguna tonta razón nunca creyó en la honestidad de mi persona.

-No profesor – me sonroje al ver la expresión de Gabriel, era de sorpresa yo no quería que se llevara una primera mala impresión.
-Joven Gabriel al parecer usted también quiere una llamada de atención, nuevo y ya con problemas – me molesto el comentario de el profe, ¿Quién era el para andar juzgando? Me entro la rabia, pero si…ash me molestaba no poder decir lo que sentía.
-No fue su culpa – respondí con voz dura.
-ah, entonces fue de usted.
-sí, fue culpa mía. Yo me dirigía hacia su clase y tropecé con mi compañero y henos aquí.

Gabriel, me miro sorprendido. ¿Qué era algo malo salvarlo de detención?
-bueno… -dijo el horrible voz de caricatura.
-Entonces serán dos horas más, señorita Campbell.
-¡no! – intervino con un leve rugido, Gabriel.
- fue mi culpa. Yo soy el que merece ir a detención.

Tal vez era bueno que llegara a esta escuela, pero eso no le basto al profesor para mandarnos a los dos a detención y el con tres horas al igual que yo.

Había algo, en sus hermosos ojos color miel. Pero era algo misterioso, algo que me ponía a dudar. -¡qué rayos!-dije para mis adentros.
No debía preocuparme por eso más bien por la excusa que le diría a mi madre Natalie Campbell, ya pensaba yo en qué forma explicarle para que no sospechara nada, claro que le diría lo que tenia con Derek pero… no era el momento.

Me dirigí hacia la poca clase que quedaba y Derek estaba algo enfadado, se lo recompensaría en detención.
Camine o más bien trote hacia mi asiento y me acomode en el pupitre, Derek ni si quiera se molesto en voltear a verme. Con que… quería jugar a la ley del hielo, ese era un juego de dos y me uniría muy rápido.

Termino la última clase. ¡Gracias al cielo! Ahora iría a cumplir mi castigo, Derek camino muy distante, ¿Qué tenía? Decidí tomarle de la mano y este se suavizo un poco. Ahora tendríamos que ir a nuestro calvario esperando ahí sin hacer… bueno si había algo que hacer abrazarlo y decirle lo mucho que lo quería, y la idea de inventarle una excusa a mi mamá despareció.

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